La pintura argentina, a lo largo de su historia, ha sido un terreno fértil para la expresión de diversas inquietudes estéticas, sociales y políticas. Sin embargo, la historia del arte en Argentina, como en muchas otras partes del mundo, ha sido narrada predominantemente desde la perspectiva masculina.
Las mujeres artistas, aunque presentes, han quedado muchas veces en un segundo plano, pero, a pesar de esta exclusión, algunas han logrado sobresalir y abrir caminos con sus propuestas innovadoras y su compromiso con el arte.
Entre estas artistas, destacan especialmente Marta Minujín y Lía Correa Morales, cuyas obras, tanto en el campo de la pintura como en otras disciplinas artísticas, han dejado una huella profunda en la historia del arte argentino y mundial. A continuación te contaremos más acerca de estas artistas.
Marta Minujín: El arte como protesta y transgresión

Marta Minujín (1943) es una de las pintoras argentinas famosas más emblemáticas. Su carrera abarca diversos campos del arte, desde la pintura hasta el arte conceptual, pasando por el performance y la instalación. Minujín es conocida internacionalmente por su capacidad de reinventar los lenguajes artísticos y por su enfoque irreverente hacia la cultura popular, el consumismo y la política. Su trabajo ha sido, en muchos casos, una declaración de independencia y una respuesta a las restricciones impuestas por la sociedad conservadora y autoritaria de su tiempo.
La carrera de Minujín comenzó en los años 60, una época marcada por la efervescencia de la vanguardia artística en Argentina y el mundo. La pintura de Minujín en esta etapa se caracteriza por un enfoque experimental, donde la forma y el color se combinan de maneras poco convencionales. En sus primeros trabajos, la artista utilizaba la pintura para crear composiciones en las que lo geométrico y lo orgánico se fundían en una especie de lenguaje visual abstracto.
Sin embargo, la búsqueda de Minujín fue más allá de la pintura tradicional. Fue en la década de 1960 cuando comenzó a involucrarse con el arte conceptual y el arte de instalación, campos en los que pudo experimentar y abordar temas más amplios, como la política, el consumismo y la cultura de masas.
En 1965, Minujín presentó su famosa obra “La Menesunda”, una instalación inmersiva que invitaba al espectador a sumergirse en un espacio sensorial cargado de estímulos visuales, sonoros y táctiles. Esta pieza, que jugaba con la idea de la confusión, la disonancia y la reflexión crítica sobre el contexto social, marcó un antes y un después en su carrera y la consolidó como una de las figuras más innovadoras de la escena artística argentina.
Su capacidad para desafiar las normas artísticas y su actitud subversiva frente a la autoridad política y cultural de la época la convirtieron en una artista de referencia durante los años de dictadura en Argentina, cuando muchas voces fueron silenciadas. En este sentido, su trabajo estaba profundamente influenciado por el contexto político y social de la Argentina de aquellos años, en los que la represión y la censura eran una constante.
Uno de los rasgos más distintivos de la obra de Minujín es su constante búsqueda de la participación del espectador. Las instalaciones y performances que realizó durante los años 60 y 70 rompían con la idea tradicional del arte como objeto aislado y buscaban una relación directa con el público.
En los años 70, su obra pasó a una etapa aún más crítica y política. Un ejemplo de esto fue su proyecto “El Partenón de los Libros”, una instalación que se realizó en 1983, poco después de la restauración de la democracia en Argentina. En esta obra, Minujín construyó una réplica del Partenón de Atenas utilizando miles de libros censurados durante la dictadura militar. Esta acción fue un fuerte alegato a favor de la libertad de expresión y contra la represión de las ideas.
Marta Minujín logró con esta obra recuperar una parte de la memoria histórica de Argentina y proyectarse como una artista que entendía el arte como una forma de intervención política, un medio para generar conciencia y abrir el debate en torno a la democracia y los derechos humanos. Sin duda tus clases de pintura tendrán un sentido diferente ahora que conoces este gran modelo de inspiración y orgullo para el pueblo gaucho.
Lía Correa Morales: La abstracción como lenguaje de libertad

Mientras que Marta Minujín se adentraba en el arte conceptual y la crítica social, Lía Correa Morales (1912-1983) se consolidaba como una de las figuras clave del modernismo y la abstracción geométrica en Argentina. Nacida en Rosario, Correa Morales fue una de las artistas más importantes de su generación, y su obra se caracteriza por su acercamiento innovador a la abstracción, en la que exploró la geometría y el color como medio de expresión emocional y subjetiva.
La carrera de Correa Morales se desarrolló en un contexto muy diferente al de Minujín. Mientras que la obra de Minujín se sumergía en las problemáticas sociales y políticas de la Argentina, la de Correa Morales estaba profundamente influenciada por su interés en la pureza formal y la búsqueda de una pintura que pudiera transcender lo figurativo para llegar a lo universal.
En tus clases de pintura, seguramente te enseñarán que Correa Morales fue una gran defensora de la abstracción geométrica y su trabajo estuvo marcado por el uso de formas simples, colores planos y composiciones que desafiaban la tradición pictórica.
Sus primeras influencias provienen del constructivismo y del trabajo de artistas como Xul Solar y Benito Quinquela Martín, pero a medida que su obra avanzó, Correa Morales desarrolló un lenguaje propio, que fusionaba el rigor geométrico con una sensibilidad muy personal.
A lo largo de su carrera, Correa Morales fue una figura destacada en la escena artística argentina, participando en exposiciones nacionales e internacionales, y logrando que su obra fuera reconocida en el ámbito global. Su compromiso con la abstracción geométrica la llevó a incursionar en la pintura, la escultura y el muralismo, campos en los que desarrolló propuestas innovadoras que la consagraron como una artista clave de la vanguardia argentina.
Su obra fue una búsqueda de nuevas formas de ver y entender el mundo: una declaración de libertad frente a los dogmas tradicionales del arte. En sus composiciones, la artista buscaba transmitir una sensación de orden y armonía, pero también de dinamismo y movimiento, creando un espacio en el que la forma y el color se convertían en vehículos de expresión emocional.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra de Correa Morales es su capacidad para fusionar la abstracción con elementos de la cultura argentina. A pesar de que su lenguaje era puramente geométrico, esta artista nunca dejó de hacer referencia a la historia de su país, especialmente a la influencia de la iconografía indígena y la geometría precolombina.
Esto le permitió construir un puente entre la modernidad y las raíces culturales de Argentina, creando una obra que estaba a la vanguardia del arte internacional, al mismo tiempo en que también hablaba de la identidad y la historia de su tierra.
El legado de Marta Minujín y Lía Correa Morales
Tanto Marta Minujín como Lía Correa Morales representan dos polos fundamentales de la pintura argentina del siglo XX: la intervención social y política, por un lado, y la búsqueda de la abstracción y la pureza formal, por el otro. A través de sus respectivas trayectorias, ambas artistas contribuyeron al desarrollo del arte en Argentina y participaron activamente en la configuración de la identidad cultural del país.
Ambas artistas comparten una constante: su capacidad para romper barreras y desafiar las normas establecidas en el mundo del arte.
A lo largo de sus vidas, estas pintoras lograron consagrarse internacionalmente, llevando la pintura argentina más allá de sus fronteras y demostrando que el arte, en todas sus formas, es un espacio de libertad, creación y transformación.
La obra de Minujín y Correa Morales sigue siendo relevante hoy en día, no solo como un testimonio de su tiempo, sino como una fuente de inspiración para las nuevas generaciones de artistas, que se extiende incluso a quienes apenas empiezan empiezan su primer curso depintura. Su legado perdura, demostrando que el arte argentino, y el arte femenino en particular, tiene una rica tradición de innovación, reflexión y, sobre todo, una profunda capacidad para hablar de las realidades humanas y sociales.









