En Colombia, hablar de cumbia es hablar de raíces, de fiestas, de historias contadas a ritmo de tambor y gaita. Es ese sonido que suena en una parranda familiar, en una verbena, o en una canción que tu abuela tararea mientras cocina. Es puro sabor caribe, puro sentimiento.
Esta joya musical nació en las costas del Caribe colombiano, cerquita del río Magdalena. Allí, entre palmas, calor y mar, los pueblos indígenas, los africanos que llegaron esclavizados y los españoles colonizadores mezclaron lo que sabían, lo que sentían y lo que tenían. Y de ese revolú de culturas salió algo brutal: la cumbia colombiana.
Pero lo más bacano de la cumbia es cómo se ha regado por toda Latinoamérica. Si alguna vez has escuchado una canción con sabor tropical en tus clases de baile en Bogotá y te hace mover los pies sin darte cuenta… muy probablemente es cumbia. En este artículo te contaremos más sobre el origen de la cumbia.
¿Y entonces, qué es la cumbia colombiana?

La cumbia es un ritmo que nace del cruce de tres mundos: el indígena, el africano y el español. Cada uno puso algo en la mezcla, que originalmente fue más instrumental. Los africanos pusieron los tambores; los indígenas, las gaitas (esas flautas largas y potentes); los españoles llegaron con letras, romance y melodía.
A partir de este momento, la cumbia fue el centro de las fiestas. Poco a poco fueron introduciendo el baile, una coreografía de conquista a partir de giros, velas y faldas coloridas: los hombres irían detrás de la mujer, ella se haría la difícil.
Todo eso sigue vivo hoy. En algunos pueblos todavía se baila cumbia con trajes típicos, gaitas y tambores. También, puedes ver a gente bailando con luces de neón, DJ y sintetizadores. Porque la cumbia es así: tradicional, moderna, versátil y más viva que nunca.
Con un par de clases de baile en Superprof le perderás el miedo a este género que se ha tomado los rincones del país y de toda América Latina y el Caribe.
La cumbia como género musical
¿Te sigues preguntando por la historia de la cumbia? Musicalmente hablando, la cumbia tiene un ritmo marcado por tambores que parece que te están diciendo “baila ya”; una base rítmica que se pega, pero que también deja espacio para que cada instrumento brille.
En los años 50 y 60, la cumbia se metió a los salones, a la radio y hasta a la televisión. Empezó a sonar en todo el país, y luego saltó la frontera. Se volvió internacional gracias a músicos como Lucho Bermúdez y Totó la Momposina, que la llevaron a escenarios del mundo entero.

Desde ahí, la cumbia se fue transformando. Se mezcló con rock, pop, reggaetón, electrónica, y lo que le pongas. Es como un camaleón: se adapta, se reinventa y sigue siendo cumbia. En México hay cumbia sonidera. En Perú está la cumbia psicodélica. En Argentina, la cumbia villera. En Colombia muchos sigue diciendo con orgullo: aquí fue donde nació todo.
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La variante más auténtica de la cumbia es exclusivamente instrumental, sigue patrones rítmicos que varían según los instrumentos que se utilicen en compás de 2/4 o 2/2, aunque presenta adaptaciones regionales según la población indígena o negra.
Sí, ¡hay mucho tipos de cumbia!
Primero está la cumbia tradicional, la de toda la vida. Esa se toca con tambor alegre, llamador, maracas y gaitas. Es la que ves en el Carnaval de Barranquilla o en las fiestas patronales de pueblos costeños. Se baila con velas y trajes típicos, y tiene una onda más ceremonial, más lenta.
Luego está la cumbia sabanera, que viene de la región de los Montes de María. Es más movida, con más instrumentos como acordeón y clarinete, y es la base de esas orquestas gigantes que arman parrandas.
Y claro, fuera de Colombia también han inventado sus propias versiones de cumbia. En México, por ejemplo, está la sonidera, que es como una fiesta callejera con DJs que hablan encima de la música. En Perú hay una cumbia con guitarras eléctricas psicodélicas. Y en Argentina, la cumbia villera tiene letras más callejeras, más crudas, pero con la misma base rítmica.
Las 5 cumbias más populares de Colombia y Latinoamérica
La Pollera Colorá, de Wilson Choperena y Juan Madera Castro
Hablar de cumbia es hablar de “La Pollera Colorá”. Esta canción es casi un símbolo nacional. Compuesta en 1960, su melodía es tan alegre y poderosa que no hay quien se resista a bailarla.
La letra habla de esa falda colorida que usan las mujeres al bailar cumbia, y tiene un ritmo que no perdona: te hace pararte a bailar aunque no sepas cómo se baila la cumbia colombiana. Es elegante, pegajosa y alegre. La han cantado desde Joe Arroyo hasta Shakira, y siempre suena como nueva.
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Cumbia sobre el Río, de Celso Piña
Celso Piña rompió esquemas con esta joya. Cumbia sobre el Río es el resultado de un experimento genial: agarrar la cumbia clásica, cruzarla con hip hop, meterle un acordeón poderoso, y darle sabor del norte mexicano. El resultado es una bomba musical que conecta generaciones.
Esta canción se volvió himno de resistencia, de orgullo popular, de barrio. Celso Piña le dio nueva vida a la cumbia, llevándola a escenarios alternativos, festivales indie, y playlists urbanas. La letra es sencilla, pero el groove es irresistible. Esta cumbia se grita, se vive con el alma.
Yo Me Llamo Cumbia, de Mario Gareña
Si la cumbia hablara, diría lo que dice esta canción. Pocas tienen la magia de Yo me llamo cumbia. Escrita e interpretada por Mario Gareña, es prácticamente una autobiografía cantada del género.
Como un poema que cuenta su historia, su origen, la letra es bellísima. La música tiene ese toque clásico que pone la piel de gallina. Es una canción que hace que cualquier colombiano se sienta más colombiano, que baile cumbia.
¿Tienes dudas? Te invitamos a leer nuestra guía detallada sobre la cumbia!
La Cumbia Cienaguera, de Andrés Paz Barros
Esta viene desde Ciénaga, en la costa Caribe, y es una de las cumbias más antiguas que se volvió famosa en todo el país. Es alegre, es fiestera, y tiene ese ritmo costeño que no perdona. Muchas orquestas la han grabado, y sigue siendo un clásico de clásicos.
Cariñito, de Los Hijos del Sol
Una cumbia peruana que rompió fronteras. Tiene una letra melancólica sobre el amor perdido, pero con una melodía tan bonita que uno la baila sonriendo. La han versionado miles de veces, y siempre suena con ese toque dulce y bailable que solo la cumbia baile sabe dar.
Para cerrar con broche de oro
La cumbia no es solo un ritmo pegajoso: es una historia viva que suena fuerte en el alma de millones. Es la prueba de que cuando las culturas se encuentran y se respetan, pueden nacer cosas mágicas.
Desde una fiesta en un pueblo costero hasta una tocada en una ciudad enorme, la cumbia siempre está ahí, con su sabrosura intacta, lista para mover corazones y caderas. Es un puente entre generaciones y territorios que nos recuerda de dónde venimos y nos conecta con los demás.

Lo más bonito de la cumbia es que no necesita ser entendida para ser sentida. No importa si la bailas bien o mal, si conoces su historia o no: si la escuchas, algo se despierta. Por eso se ha colado en las playlists de jóvenes, en los sets de DJs alternativos y en las bandas sonoras de películas. Es versátil, alegre, melancólica a veces, pero siempre auténtica. La cumbia no pasa de moda porque no pertenece a una sola época: evoluciona con nosotros.
Así que la próxima vez que escuches una cumbia en tus clases de baile en Medellín, ya sabes que no es solo una canción. Es un viaje a través de la historia de América Latina, un abrazo entre culturas, y una fiesta que no se acaba.
Y si todavía no te has dejado llevar por su ritmo, ponle play a cualquiera de las que mencionamos… y déjala entrar. Porque donde suena cumbia, hay alegría. Y como dicen en la costa: ¡la cumbia no se escucha, se siente!